La Bolsa de Cereales de Buenos Aires presentó sus estimaciones de producción para el nuevo ciclo de cereales de invierno de 23 millones de toneladas. En trigo, con una superficie sembrada de 6,3 millones de hectáreas (un 3% más respecto de la campaña pasada), la producción podría alcanzar las 18 millones de toneladas, lo que superaría en un 45% lo cosechado el año pasado. En tanto que en cebada el área alcanzaría —al igual que el año pasado— las 1,3 millones de hectáreas. Para este cereal de invierno se prevé una producción de 5 millones de toneladas, cifra que igualará el último periodo interanual.
Cecilia Conde, jefa de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales, compartió las estimaciones de área sembrada de rendimiento y producción, previo análisis del panorama económico, político y climático. Un dato importante es que el 68% del área sembrada se encuentra en las regiones Sur y Centro Este de Buenos Aires, mientras que la producción en esta zona aporta el 80% del volumen nacional. En tanto que en la región Sur se encuentra el 76% de la cebada sembrada en el país y “afortunadamente hay una adecuada humedad para la siembra”, remarcó.
Ramiro Costa economista jefe de la BCBA, detalló que las 23 millones de toneladas que se podrían alcanzar (si acompaña el clima) representan un crecimiento de la producción del 43%, con respecto a la campaña pasada. Esto podría generar valor agregado o producto bruto triguero cercano a los USD 5.427 millones (+33%) y un impacto en las exportaciones de USD 4.545 millones (+49%). Esto cobra una especial relevancia por el difícil contexto de la economía argentina, puesto que los cultivos de fina aportan los primeros ingresos importantes de dólares. La campaña fina 23/24 permitiría que entren a las arcas del Estado USD 1593 millones, un 27% más que la anterior campaña.
Finalmente, los especialistas resumieron que existen oportunidades en los mercados internacionales para los granos de fina a pesar del contexto de incertidumbre global. Pero no se pueden minimizar los riesgos a la baja representados fundamentalmente por factores climáticos, aunque también pueden jugar otras cuestiones locales como la incertidumbre política y económica.