El dato de que en la Argentina más de la mitad de la producción de frutas y hortalizas se pierde antes de ser consumida, es una cifra que se desprende del ejercicio de estimación de las pérdidas y desperdicios de alimentos en nuestro país que realizó la Dirección de Agro-alimentos del Ministerio de Agricultura.
En esta línea, Coninagro viene trabajando en estudios de diversos formatos para acceder a datos que sirvan para los más de 120 mil productores que representa la entidad, como un aporte en general a la sociedad en su conjunto.
El informe, si bien data de 2015, detalla que entre el 45 por ciento y el 55 por ciento de la producción de frutas y hortalizas se pierde. Estos porcentajes están por encima de la media mundial que es del 45 por ciento.
Además, según el INTA, solo se consume la mitad de las frutas y hortalizas que se cosechan. El 80 por ciento de lo que se pierde se registra en las etapas de producción, post cosecha y procesamiento.
La situación resulta inadmisible si se tiene en cuenta que en Argentina el 37,2 por ciento de la población (unas 17,4 millones de personas) es considerada pobre y el 8,2 por ciento, vive en condiciones de indigencia según los datos del INDEC correspondientes al segundo semestre de 2021.
De acuerdo con el informe elaborado conjuntamente por la ONU para la alimentación y la agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), la OMS el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el panorama es desalentador: “828 millones de personas padecieron hambre durante 2021.
Esta cifra supone un aumento de 46 millones de personas respecto de 2020 y de 150 millones desde el brote de la pandemia de coronavirus”. En Argentina, el dato está ponderado por el impacto de la inflación en la población, lo cual determina que en lo que va del año el consumo de alimentos acumule una caída de 5,6 por ciento.
La consultora Focus Market en un estudio que realizó para Coninagro demostró que el consumo de alimentos en la Argentina cayó un 5,6 por ciento en los primeros 7 meses de 2022. El incremento promedio mensual fue del 7,77 por ciento mientras que la suba interanual es del 80,28 por ciento.
En este contexto, las empresas de alimentos regionales pueden cumplir un rol fundamental a la hora de ayudar a paliar el hambre en nuestro país y mejorar los porcentajes de desperdicio. La producción a pequeña escala y la cercanía con el consumidor son activos valorados por la sociedad.
Así lo demuestra un estudio privado de la consultora Move, realizado para Coninagro según el cual el 49 por ciento de los argentinos prefiere comprar productos regionales de empresas chicas o cooperativas en vez de grandes empresas, aunque los encuestados reconocen que los productos de este origen no se consiguen fácilmente.