Los Derechos de Exportación (DEX) generan que en Argentina la soja “se pague mucho menos” que en el mercado internacional o que en otros países que no aplican el impuesto, así lo indica un informe de la Fundación Mediterranea. Para ilustrar se compara el precio de referencia internacional de la soja en el mercado de Chicago, con el precio interno en Argentina (FAS Rosario) y el precio interno en Brasil (Paraná), país que nunca aplicó el impuesto y que en la última década se ha convertido en el líder mundial de la producción y exportación de la oleaginosa.
El precio en Brasil se asemeja en gran medida al precio internacional a lo largo de todo el período; mientras que el de Argentina sigue la dinámica de los anteriores, pero siempre un escalón por debajo, por efecto de los DEX. A dólares de hoy, entre los años 2002 y 2023 un productor de Brasil recibió en promedio USD 148 más por cada tonelada de soja que produjo y comercializó, respecto de un productor de Argentina; en términos porcentuales, un productor del país vecino recibió en promedio un 40% más de precio para la oleaginosa que uno local en este período.
«En el 2024, con precios internacionales en mínimos históricos, la soja se pagó en promedio un 35-40% más en Brasil que en Argentina, una diferencia de USD 100-115 por tonelada». En esta comparación influyen no solo los DEX sino también la política cambiaria de cada país. Por caso, en algunos meses del 2023, los desvíos entre el precio del dólar reconocido en las exportaciones del complejo oleaginoso y el dólar pagado al resto de operaciones comerciales en Argentina lograron acercar el precio interno (medido en dólares) a los valores de referencia internacional, incluso en un escenario con DEX (en noviembre-diciembre 2023, por ejemplo).
A pesar de la sequía del ciclo 2022/23, los problemas que generó la chicharrita del maíz en la campaña 2023/24, la caída de precios internacionales en el último año y medio, los indicadores disponibles no muestran un deterioro suficiente como para inferir el desarrollo de una crisis generalizada en el sector, al menos no en el corto plazo; las empresas declaradas en default en las últimas semanas parecen haber llegado a esta situación por debilidades propias, por exceso de toma de riesgo o deficiencias propias acumuladas de gestión económica (en los planos productivo, comercial y/o financiero), sin desconocer, por supuesto, que bajo un escenario macroeconómico más estable y una menor presión tributaria, alguna de estas compañías podría disponer de un mejor presente y haber logrado evitar la cesación de pagos.
Por último, «el hecho de no haber señales de un inminente y generalizado colapso del sector no debe hacer perder de vista la difícil situación por la que este deberá atravesar este año». En un documento reciente de IERAL se proyectaron márgenes agrícolas muy ajustados para 2025, en el supuesto de rendimientos normales de los cultivos y utilizando precios internacionales algo más altos que los del mes de diciembre 2024; en el actual contexto, un revés climático que afecte los rendimientos podría ser crítico para el sector, particularmente para productores que trabajan sobre campos alquilados y en zonas que vienen más castigadas por los eventos adversos de las últimas dos campañas.