Según el último relevamiento de la Guía Estratégica del Agro (GEA), “estas lluvias son una buena noticia para el maíz. La mayor área de maíz de primera, que es también la más expuesta al riesgo de falta de agua, está consolidando su período crítico sin limitantes hídricas. Por ello, este evento de precipitaciones le ha puesto un piso a la cosecha maicera argentina en torno a los 40 millones de toneladas”.
Las lluvias aseguran un piso de 40 millones de toneladas de maíz. Las abundantes precipitaciones jugaron a favor del cultivo, que este año alcanzaría una superficie cultivada de 6,64 M en la que se espera cosechar para grano 5,57 M de hectáreas. El agua llegó en forma oportuna para el cereal pero también es un problema para las recientes siembras y resiembras de soja realizadas en los últimos quince días.
Panorama distinto para la soja
Las precipitaciones jugaron impactaron diferente en las recientes siembras y resiembras de soja realizadas en los últimos quince días. De acuerdo con GEA, “la actual situación climática compromete entre 400 y 500 mil ha. Se tratan de siembras y resiembras pendientes que están al límite de las posibilidades. También hay 2 millones de de hectáreas implantados en fechas tardías en condiciones regulares a malas, de las 17,9 millones de hectáreas que totalizaría la siembra de soja 2018/19 en Argentina”.
Lluvias inoportunas para el trigo
Tras la alerta de los pronósticos de un evento muy complicado de lluvias que podía estar acompañado por granizo, hubo un gran despliegue de cosechadoras en Buenos Aires. 400 mil hectáreas se cosecharon en la última semana tratando de arrebatarle la mayor cantidad de área posible a la tormenta.
Cómo estaba previsto, el volumen de agua del evento fue muy importante. El 55% del territorio bonaerense superó los 80 mm. Mientras que en el núcleo triguero de Tres Arroyos se destaca que hubo una cola de tornado. Entre los fuertes vientos y el granizo de gran tamaño se afectó una gran área.
Faltan aún por cosechar en Buenos Aires el 44% del área triguera. Aparte de las pérdidas de áreas que por excesos o granizo no puedan recolectarse, acechan los problemas de calidad.
Las lluvias producen el efecto “lavado de los granos”, bajando el nivel de la proteína y el peso hectolítrico, con la amenaza de que la mercadería quede fuera del estándar de comercialización. Numerosos lotes de trigo cosechados antes de las lluvias indicaban un nivel de proteína del 12%, mientras que los que se recolectaron después marcaron un 9 y hasta un 8%. Esto produce pérdida de bonificaciones y aplicaciones de descuentos a la hora de la comercialización.
Pero tambien hay un efecto positivo que dejan las lluvias en estas áreas. Las siembras que se hagan con maíz o sojas de segunda tras la cosecha se encontrarán con perfiles llenos de agua, “cómo si el trigo no hubiese estado” y partirán con un excelente potencial de producción.