Pese a las precipitaciones ocurridas en gran parte de esa región, solo un 90 % de los cultivares de soja temprana, 750 mil de hectáreas, reaccionaron favorablemente a los cambios de las condiciones climáticas. En el 10 % restante del área implantada, el impacto de la ausencia de precipitaciones y el elevado régimen térmico durante los primeros 16 días del año, dejó indicadores muy marcados.
La Bolsa de Comercio de Santa Fe en su peritaje observó limitaciones en el crecimiento de las plantas, amarillamiento o marchitamiento de las hojas basales y en lotes puntuales, la pérdida de ejemplares por mortandad, realidad irreversible.
Con respecto a la soja de segunda solo el 70 % de los cultivares, 350 mil hectáreas, reaccionaron favorablemente ante el cambio de las condiciones ambientales, se observó y chequeó en campo un buen crecimiento o desarrollo de las estructuras de las plantas y también variaciones en la coloración de las hojas.
Un 20 %, unas 120 mil hectáreas, reaccionaron más lentamente, dadas las precipitaciones irregulares y la etapa fenológica en que se encontraban. El 10% restante se detectó en situación irreversible, con pérdida de plantas por mortandad, especialmente en los lotes con limitaciones edáficas. También, se constató la presencia de orugas por lo que se realizaron aplicaciones de insecticidas y también de herbicidas, para el oportuno control de las malezas.
Vale destacar que en esa zona de la provincia de sembraron casi un millón de hectáreas de soja de primera y 550 mil hectáreas con soja tardía.