Según la Bolsa de Comercio de Rosario, esa es la carga que afronta un productor de soja del norte impactado por más de una decena de tributos. Los tres niveles del Estado se quedan con el 40% de los ingresos totales.
La presión impositiva que sufren los productores del norte argentino toca niveles exorbitantes. Tanto es así, que si se suman las cargas tributarias que imponen los tres niveles de Estado, se llega a la conclusión de que equivalen a un único impuesto a las ganancias del 78%.
El dato surge de un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que a partir del caso supuesto de un productor agropecuario que cultiva soja de primera en 300 hectáreas de campo propio en el norte argentino, y se ubica a 700 km de los puertos del Gran Rosario (por lo que tiene altos costos de transporte); calcula que es impactado por más de una decena de impuestos que le aseguran al Estado (municipal, provincial, nacional), una participación del 40% sobre las cifras totales.
La torta – dice la Bolsa- se reparte así: 40% lo perciben los Gobiernos, 48% a los costos de implantación y el 12% restante le queda al productor. Las cifras lucen desproporcionadas en perjuicio para el productor.
Otro dato interesante es la magnitud estimada del aporte fiscal de las provincias del norte argentino. Si en ellas se siembra cerca de 2,6 millones de hectáreas con soja, los productores de estas jurisdicciones estarían pagando en concepto de retenciones, ganancias, bienes personales y otros impuestos nacionales, provinciales y comunales cerca de US$ 892 millones por la producción de la oleaginosa solamente.
Números que hablan
Un productor dueño de su campo -con esfuerzo a lo largo de todo el año- siembra soja y recibe por hectárea un ingreso bruto de US$ 611. Luego de pagar todo, le quedan finalmente US$ 104 por hectárea. Los Gobiernos Nacional, provincial y comunal –con todos sus impuestos y retenciones- recibiría por la actividad de este productor aproximadamente US$ 343 por hectárea.