Ante la realidad ambiental, particularmente la baja disponibilidad de agua útil en los perfiles de los suelos, los elevados procesos de evaporación y de evapotranspiración de los cultivos, se observó un abrupto cambio del paisaje agrícola, así lo señaló la Bolsa de Comercio de Santa Fe.
En el centro norte de la provincia los maizales de primera continuaron su crecimiento y desarrollo bajo la influencia de las condiciones climáticas enunciadas, por lo que se los observó como el cultivo más afectado por la falta de precipitaciones y la amplitud térmica (heladas tardías – elevadas temperaturas).
Además, mostraron un marcado deterioro de las plantas, con síntomas de estrés hídrico, hojas marchitas, acartuchadas y en situaciones más extremas, con el quemado de las mismas. Por lo que los productores tomaron la difícil decisión de llevar a cabo el picado del total de los maizales para ensilado, interrumpiendo así el ciclo del maíz temprano, realidad que se detectó en los departamentos del norte del área de estudio
El maíz temprano fue uno de los cultivos de la cosecha gruesa que mostró los impactos de la ausencia de precipitaciones, las que se sumaron a los eventos anteriores – escasas lluvias, heladas, vientos – desde su inicio, evidenciando así síntomas y respuestas dispares, según el estado fenológico de cada uno de los lotes, situación con presente incierto y con muchos interrogantes por los futuros resultados. A tal punto que, en los lotes del maíz temprano muy afectados, comenzaron las tareas de picado/embolsado, para autoconsumo del ganado.
En el caso del cultivo de soja temprana, a medida que las temperaturas aumentaron, el ritmo de siembra disminuyó y se paralizó. Por lo que la superficie implantada hasta la fecha alcanzó el 95,5 % – aproximadamente unas 955.000 ha – de lo estimado, que fue un 1.000.000 hectáreas.