La campaña pasada se logró una cosecha de 1,3 millones de toneladas de arroz con cáscara, que después del proceso industrial se obtiene cerca del 60% del cereal con destino a consumo interno que hoy llega a los 10 kilos per cápita por año.
Durante los meses de pandemia el consumo de arroz aumentó notoriamente ya que tiene facilidad para acopiarlo y es utilizado más seguido en las recetas hogareñas. Otro de los factores es que la crisis económica también colabora por que el arroz es rendidor y termina siendo más barato que los fideos.
Con un escenario de retracción de la superficie cultivada y mayor demanda doméstica, este año será la primera vez que el volumen destinado al consumo interno será mayor al destinado a la exportación del cereal. La relación 60% para envío externo y 40% para el mercado local se invertirá según los cálculos de la Fundación Proarroz.
Para el ingeniero Hugo Muller, presidente de la Fundación Proarroz, “estamos es un año difícil para tener toda la información porque hay gente que todavía no sembró y hay productores que sembraron pero no tienen agua para regar lo que plantó”.
En la presente campaña, se espera una caída de área con el cereal debido a la falta de lluvias. “Se estima una superficie de 170 mil hectáreas cuando veníamos estancados con 200 mil hectáreas, después de caer por falta de rentabilidad en los últimos años, de las de 300 mil hectáreas en nuestro país.”
El arroz se desarrolla bajo riego por inundación que proviene de ríos, riachos y represas que dependen también del régimen de lluvias para completar su caudal, como es el caso de Santa Fe, Chaco, Formosa y parte de Corrientes.
Solo el centro de Entre Ríos se provee de un acuífero que se encuentra a 80 metros de profundidad aunque tiene un costo elevado por que depende de la energía eléctrica para su bombeo.
De cada grano de arroz está conformado por un 20% de cáscara, un 11% de afrechillo que se desprende del pulido quedando un 70% de grano blanco. Desde allí los granos chicos y medianos se destinan a la industria cervecera y la producción de alimentos para mascotas, quedando un 60% de arroz final que se consume.