En la antesala al Congreso Internacional 2020 de Coninagro, evento que se realizará el 9 de noviembre vía streaming y cuyo eje tratará sobre Alimentos sustentables en Argentina, surge la premisa de ratificar que Argentina puede y debe exportar más, puesto que si bien ocupa el décimo segundo puesto entre los mayores exportadores del planeta, también es uno de los diez países con menor participación de las exportaciones (considerando todos los rubros) en su producto bruto en el mundo. Pero para exportar más, el sector por el cual se puede incrementar exportaciones es claramente el que ya es más competitivo: la agroproducción.
Argentina es un relevante actor en el comercio internacional de agroalimentos. Efectivamente el sector agroalimenticio es el mayor exportador en Argentina (genera casi dos tercios del total de bienes exportados desde nuestro país) y es el único que obtiene superávits comerciales intra-sectoriales generosos, lo que muestra su capacidad internacional. Mientras las exportaciones argentinas en todo concepto y en todos los rubros sumados explican solo 0.3% del total mundial; las agroexportaciones argentinas específicamente generan algo más de 2% del total de este sector en particular en todo el mundo.
Así, la competitividad exhibida por el sector agroproductivo es 6 veces mayor que la competitividad total de las exportaciones argentinas sumados todos los sectores (el análisis se efectuó en base a datos comparados de INDEC y la OMC).
Así, como punto de partida para más exportaciones, debe decirse que el aparato agroexportador argentino es el más competitivo de nuestra economía. Algo más del 60% del total de bienes exportados por nuestro país (total que supone unos 65.000 millones de dólares en 2019) responde a este sector.
Potencial de crecimiento
¿Por qué es posible advertir que Argentina puede exportar más desde la agroproducción? Pues debido a una serie de factores que inclusive están ligados a la historia y cultura, a cualidades naturales, un ecosistema virtuoso de inversión, incentivos, capital intelectual, iniciativa; relevantes empresas que articulan con miles de productores a través de arquitecturas vinculares espontáneas y virtuosas y una relación con los mercados internacionales que, a la vez que reporta éxitos comerciales, opera como retroalimentador del círculo virtuoso de aceleración.
Por eso, si se ubica a Argentina en un ránking general de exportadores de todos los productos en el mundo ocupamos el lugar 51 en el planeta. Pero en materia de agroexportaciones en particular Argentina está en el selecto lote de los 15 mayores exportadores del planeta. Se muestra la lista con datos de 2018 que coloca a Argentina como el 12vo mayor.
Hoy hay un grupo de empresas que ya tiene capacidad de crecimiento en este rubro y del que puede esperarse más aun: más de la mitad de las 25 principales empresas exportadoras argentinas son agroalimenticias. Y de las 100 mayores exportadoras argentinas de todos los rubros 57 son agroexportadoras. Y de las 1000 mayores exportadoras más de la mitad pertenecen a este rubro.
Asimismo, con mejores condiciones productivo-comerciales se podrían permitir más exportaciones de más empresas de estos sectores: para ello sería bueno obtener equilibrios macroeconómicos, mejores regulaciones, más apertura de mercados, mejora en el financiamiento -otro de los ejes que abordará el Congreso de Coninagro a celebrarse en noviembre-, una más calificada asistencia técnica, la inversión en la generación de valor. Todo ello podría permitir un salto en este sector que ya muestra competitividad.
En ese sentido, el titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto opinó que: «resulta fundamental diagramar una plataforma que apunte a aumentar la producción, incrementar el valor agregado, generar empleo y promover las exportaciones». A lo que agregó: «desde el sector cooperativo agrícola estamos seguros de que todo se construye en el marco del diálogo, apostando a la sinergia público-privada y en pos del desarrollo para todas las economías del país, con una visión federal, inclusiva y sostenible».
Perspectivas de exportación y el aporte de las Economías Regionales al aparto productivo
Pueden nombrarse 30 complejos (producción primaria más actividad de manufactura posterior) exportadores de origen agroproductivo que ya pueden crecer en su performance sobre lo que exportan hoy.
Ese conjunto de 30 complejos, concepto que abarca más que el término «sector» porque también incluye alimentos, comienza con un primer lote con potencial sobre el ya exitoso resultado de hoy (y que puede exportar más). En ellos se destacan 7 complejos: el sojero (en el primer semestre de 2020 exportó 7.626 y creció aun en medio de la pandemia mundial un 28% en relación la mismo periodo del año anterior), el maicero (3.322 millones exportados en el primer semestre de 2020, creciendo un 12%), el triguero (1.850 millones exportados en el primer semestre de 2020 habiendo crecido 6,8%), el de carnes y cueros (exportó en el primer semestre 1.606 millones de dólares), el pesquero (exportó 844 millones en el primer semestre), el de maní (465 millones en el primer semestre) y el de la cebada (424 millones en el primer semestre).
Pero hay un segundo conjunto de 14 complejos que pueden crecer más porque ya producen con calidad (y exportan) pero con mejores condiciones podrían generar más valor y más volumen: son los de uva (423 exportados millones en el primer semestre de 2020), lácteos (404 millones), girasol (377 millones), forestal (291 millones), limón (262 millones), peras y manzanas (253 millones), avícola (179 millones), ajo (141 millones), porotos (119 millones), miel (97 millones), arroz (80 millones), papa (78 millones), otras hortícolas (68 millones) y tabaco (68 millones).
Y para completar hay mucho potencial en otros nueve complejos que aún exportan montos no tan altos pero que pueden crecer en buena forma: otras frutas (64 millones), azúcar (50 millones), productos olivícolas (46 millones), garbanzos (46 millones), té (39 millones), yerba mate (37 millones), equinos (31 millones), otros cítricos (25 millones) y arándanos (14 millones).
En general estos 30 complejos muestran atributos: calidad natural, buenos procesos productivos, producto final ya calificado en mercados externos, empresas (la mayoría, Pyme) con historia, reputación internacional, cumplimento de normas de calidad y de seguridad alimentaria, y buenas cadenas de abastecimiento locales para garantizar la producción.
Para mejorar requieren condiciones macroeconómicas y mesoeconómicas que les permitan un salto de volumen y escala, de marketing externo, de generación analizas trasfronterizas, de inversión y de sostenimiento en el comercio exterior.