Con la llegada de las primeras heladas ya casi no queda miel por cosechar en nuestro país, quizás un poco en el litoral norte argentino. El 80% de las colmenas en Argentina están en la región pampeana que ofrece un escenario multiflora con los principales cultivos de la zona, las praderas y la franja delta donde se nutren de su materia prima las abejas.
En la provincia de Tucumán hay más de 40 mil hectáreas con citrus, la floración del limón es una de las fuentes de extracción del néctar que es utilizado por las abejas en cada temporada. Ese período, que no dura más de un mes, le otorga sabor y color distintivo a la miel de esa región.
La miel que se produce en esa parte del país tiene lo que se llama denominación de origen o identificación geográfica, que comercialmente tiene un valor agregado.
El 95% de la producción argentina se exporta en su mayoría a Estados unidos, mientras que el consumo per cápita local no supera los 300gramos por año. El sector apícola de Argentina cuenta con más de 11.000 productores con unas 2.400.000 colmenas ubicadas en 29.000 apiarios georeferenciados.
Según datos oficiales, en la actualidad nuestro país es el 2º exportador, detrás de China, y el 3º productor mundial. Exportó más de 70.000 toneladas por un valor total 175 millones de dólares durante los últimos dos años a Estados Unidos (48,37%) nuestro principal comprador, luego de Alemania (25.4%) y Japón (6.3%).
Para Gerardo Gennari, investigador del INTA Famaillá del Programa Nacional Apícola, “el 20% de la polinización de las quintas de limones dependen de las abejas, lo que se considera de baja dependencia, pero estimula características de los frutos, influye en la mayor producción de azúcares, aceites esenciales entre otras cualidades”.
La soja también tiene el mismo porcentaje de incidencia en la polinización con las abejas, el resto lo hace el viento y otros insectos. El girasol tiene hasta un 50%, alta dependencia, de las abejas por lo que se torna estratégico el manejo de las colmenas aledañas a lotes con el cultivo. Hay que citar que cultivos como el maíz y el trigo no tienen dependencia de las abejas en su polinización.
Otros de los casos, son los tomates con una alta dependencia de casi el 50% de las labores de las abejas, que le otorgan fuerte crecimiento en el rinde por planta y calidad de los tomates cosechados. “Los que dependen en un 100% de las abejas para polinizar son los almendros, los principales países productores de almendras generan estrategias específicas para garantizar cada año la carga de frutos”.
Por último, muchas acciones de las buenas prácticas agrícolas colaboran para cuidar a las abejas en los campos, una de ellas es la permanente recomendación de realizar las aplicaciones al amanecer o a la tardecita, no solo porque generalmente no hay deriva, sino que además en ese tramo horario las abejas no vuelan o bajan su nivel de trabajo en el día.