El impacto del coronavirus acrecentó la caída en el consumo per cápita de leche fluida en los primeros tres meses del año. El consejo consultivo de la fundación para la promoción y desarrollo de la cadena láctea argentina en reunión virtual realizó un diagnóstico y proyecciones del balance lácteo con matices en cuanto a oferta y demanda.
Del consumo final de 182 litros per cápita con el que cerró el año pasado, en los tres primeros meses del presente el consumo cayó a 178 litros, volumen similar al del año 2003 cuando llegó a los 179 litros per cápita.
«Nosotros mostramos que hay una caída del 1,9% en el consumo en estos primeros meses del año y después se extrapola por estacionalidad, esto no significa que el año vaya a terminar así porque es transpolar estos tres meses nada más, pero nosotros lo tenemos que tomar como punto de partida y evaluamos escenarios ojalá podría ser para arriba». Indicó Jorge Giraudo, director del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA).
Con respecto a los próximos meses señaló que «todos los escenarios como viene la mano serán para abajo y si llegan a ser para arriba es porque realmente el sector está vendiendo los productos muy baratos de acá en adelante y eso que es bueno para el consumidor hace daño a la producción primaria».
Lo que básicamente se plantea es un escenario de producción de leche actual que está en 8,5% arriba en el primer cuatrimestre y un consumo que podría ser estable incluso hacia la baja por los primeros números que presenta el año. Los riesgos de la baja exportación por la caída de los precios internacionales sumado a que se arrancó con un stock alto, generaría un excedente adicional de leche entre 500 a 1000 millones de litros de leche en el año.
«habría que buscar la manera de canalizar esos excedentes por alguna vía para no presionar tan fuerte sobre el mercado doméstico, incluso con riesgo de no poder industrializarlos y caer en situaciones que han ocurrido en otros países como Estados Unidos tirando leche», puntualizó.
El sector pretende trabajar con tiempo y generar estrategias de acá hasta el pico máximo de producción, que se da normalmente en octubre, llegando con excedentes importantes para esa fecha en un escenario de altísima incertidumbre sobre las secuelas que puede dejar la pandemia en la economía tanto doméstica como internacional.